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1 grado Celsius [°C] = 1 grado centígrado [°C]
Energía
Un curso intensivo en tipos de energía.
Información General
Cambio de Fase
El Agua y la Presión
Intervalos de Temperatura en Gastronomía
Huevos
Carne
Inocuidad Alimentaria
Información General
Este convertidor de intervalos de temperatura es diferente del convertidor solo para temperatura, en tanto este brinda información sobre la equivalencia de un intervalo dado de una escala, en otra escala. Por ejemplo, en el convertidor de temperatura 5 °C = 41 °F, pero en este convertidor de intervalos de temperatura, el intervalo de 5 °C es equivalente a un intervalo de 9 °F. Esto significa que, si la temperatura se eleva de 0 °C a 5 °C, en la escala Fahrenheit se elevará de 32 °F a 32 + 9 = 41 °F. De igual modo, el intervalo de 100 °C es equivalente a un intervalo de 180 °F; por lo que un aumento de la temperatura de 0 °C a 100 °C, representará en la escala Fahrenheit un aumento de 32 °F a 32 + 180 = 212 °F.
Los intervalos de temperatura tienen variadas aplicaciones en la vida cotidiana y en la ciencia. En climatología, por ejemplo, se monitorean los intervalos de temperatura de un mes o de una estación del año dados para determinar cualquier cambio a corto o largo plazo en los patrones climáticos de cierta región. En gastronomía, los alimentos se tratan con temperatura para cambiar su sabor y para hacerlos seguros, y el intervalo de temperatura determina el resultado del proceso de cocción con relación a la seguridad, la textura, el sabor, etc. De forma natural, las sustancias y materiales mantienen su estado constante dentro de un intervalo de temperatura dado, y experimentan cambios de fase si la temperatura aumenta o disminuye. Hay muchos más ejemplos de la importancia de los intervalos de temperatura, pero este artículo se centrará en los dos antes mencionados.
Cambio de Fase
Cada material tiene un intervalo de temperatura en el cual este se encuentra en estado sólido, otro intervalo en el cual se encuentra en estado líquido y, finalmente, un intervalo en el cual es un gas. La temperatura a las cuales los cristales de ciertas sustancias se licúan, y a la que los líquidos se evaporan, se llaman punto de fusión y punto de ebullición, respectivamente. Los intervalos de temperatura para cada estado, así como los puntos de fusión y ebullición, dependen de la presión, y a menudo las temperaturas especificadas son relativas a la presión atmosférica a nivel del mar. En este caso especial, el punto de ebullición se llama punto de ebullición normal (o atmosférico). El punto de fusión se llama punto de fusión atmosférico.
Si la presión y la temperatura son lo bastante altas, entonces la sustancia alcanza un estado en el que se comporta igual en forma líquida o gaseosa. Esto se llama punto crítico, y se dice que la sustancia es un fluido supercrítico.
El agua hierve a menores temperaturas en altitudes elevadas. Monte Kinabalu en la isla de Borneo, Malasia. Reproducida con la autorización del autor.
Mientras que los intervalos de temperatura para los estados sólido, líquido y gaseoso normalmente son específicos de cada sustancia dada, pueden ocurrir cambios de fase incluso dentro de estos intervalos de temperatura. Por ejemplo, los líquidos pueden evaporarse por debajo del punto de ebullición.
El Agua y la Presión
La mayoría de las personas conoce los rangos de temperatura de los distintos estados del agua, en su forma líquida y en su forma cristalizada, como hielo. El punto de fusión atmosférico del hielo es 0 °C (32 °F). El punto de fusión atmosférico del agua es 100 °C (212 °F).
Los montañistas encuentran una presión atmosférica más baja cuando ascienden picos altos, y pueden ver cómo allí el agua hierve a temperaturas más bajas. La temperatura para el punto de ebullición desciende 1 °C cada 285 metros (o 935 pies). Por ejemplo, el agua hierve a 71 °C (160 °F) a la altura de la cima del monte Everest (8 848 metros o 29 029 pies). Este cambio en la temperatura del punto de fusión hace necesario aumentar los tiempos de cocción; de lo contrario, los alimentos pueden quedar poco cocidos. En algunos casos, los montañistas usan pequeñas ollas de presión, que aumentan la presión artificialmente y, con esto, el punto de fusión.
Cocinar fideos, sopas y cualquier otro plato que requiera que los líquidos hiervan toma más tiempo a mayores altitudes. Una olla de presión es una solución en esta situación, porque ayuda a aumentar la presión dentro de ella desde la baja presión que provoca la altitud, hasta una presión atmosférica más cercana a la que hay al nivel del mar. Reproducida con la autorización del autor.
La temperatura a la que el agua alcanza su punto de ebullición es la temperatura máxima que alcanzará en un entorno dado. Por lo tanto, la cocción que incluya agua se ve afectada por la altitud. Por el contrario, el aire no se afecta; de modo que los métodos de cocción en seco como el asado no cambian significativamente.
Las sopas como el borsch se benefician de la cocción a presión, porque la temperatura dentro de la olla de presión es alta y esto acorta el tiempo necesario para ablandar la carne de res. Reproducida con la autorización del autor.
Aumentar la presión también afecta el proceso de cocinar, ya que aumenta el punto de ebullición del agua. Esto permite que la temperatura del agua se eleve por encima de los 100 °C (212 °F) y acelera significativamente el proceso de cocción. La olla de presión no permite que el vapor escape y, por eso, a medida que la temperatura en su interior aumenta, también lo hace la presión.
Intervalos de Temperatura en Gastronomía
Los intervalos de temperatura son muy importantes en gastronomía, porque la elección de la temperatura afecta cómo se comportarán los alimentos, y qué efecto se logrará con respecto al sabor, la textura y la consistencia. Esto sucede especialmente en el caso de las proteínas, las cuales se comportan de manera muy distinta a diferentes temperaturas. A medida que la temperatura aumenta, las moléculas de aminoácidos que componen las proteínas y que se encuentran enrolladas formando como una pelota, se comienzan a desenrollar. Debido a esto, la estructura y textura de la proteína cambian. Así comienza el proceso de desnaturalización en las proteínas. A medida que la temperatura sigue aumentando, las moléculas de aminoácidos desenrolladas se enlazan entre sí, con lo que cambia la textura aún más, y se alcanza el “cocido” que conocemos. Es importante observar que otros factores, como la duración de la exposición al calor, el contacto con otros alimentos como los que contienen ácidos, etc., también acelerarán el proceso de desnaturalización.
Ensalada de champiñones y huevos pasados por agua. Este huevo se coció a un intervalo de temperatura entre 63 °C y 65 °C (145 °F y 150 °F). Reproducida con la autorización del autor.
Huevos
En el intervalo de 63 °C a 65 °C (145 °F a 150 °F), los huevos comienzan a coagularse y se vuelven más densos. Algunas recetas indican que los huevos han de cocinarse a este intervalo de temperatura, para producir una textura semilíquida en la yema y una textura ligeramente más líquida en la clara. Entre los ejemplos están el “huevo a 65 grados”, también conocido como huevo pasado por agua, y el “onsen tamago”, que significa “huevo de aguas termales” en japonés. Este último es un plato de un desayuno japonés, servido con el desayuno tradicional, y a menudo acompañado de arroz, sopa de miso, pescado a la parrilla y vegetales encurtidos.
Las proteínas que hay en la clara del huevo requieren una temperatura más elevada para solidificarse y, como resultado, esta se solidifica a mayor temperatura que la yema. Es importante observar que la temperatura de cocción del huevo debe alcanzar al menos 65 °C (150 °F) para matar las salmonelas que pueda haber en este.
A temperaturas entre 70 °C y 73 °C (158 °F y 165 °F) los huevos se vuelven sólidos. Si se aumenta más la temperatura hasta los 100 °C (212 °F) y se cocinan durante demasiado tiempo, se ponen gomosos.
Los huevos se solidifican a temperaturas entre 70 °C y 73 °C (158 °F y 165 °F). Reproducida con la autorización del autor.
Carne
Las reacciones químicas que ocurren en las proteínas de la carne hacen que esta cambie de color y se ponga tierna a medida que aumenta la temperatura. Los intervalos de temperatura indican la “hechura” de la carne, y a menudo se utiliza un termómetro para determinar si la carne está cocinada; especialmente con trozos gruesos de carne, como jamones, asados, o cuando se asa un pollo, pato o pavo entero. En este caso, se mide la temperatura interna al centro, ya que puede que no sea tan elevada como la temperatura de las partes externas.
El exterior del filete está dorado, la capa de debajo es rosada porque alcanzó una temperatura de alrededor de 50 °C (120 °F), y el interior es rojo porque el centro no se ha calentado tanto aún y continúa crudo. Reproducida con la autorización del autor.
Cerca de los 50 °C (120 °F) el color de la carne se solidifica y se aclara o se pone rosado. La carne cocinada a un intervalo de temperatura justo por debajo de los 50 °C, entre 46 °C y 49 °C (115 °F y 120 °F) se conoce como muy poco hecha, azul o bleu, y al intervalo justo por encima, entre 52 °C y 55 °C (130 °F y 140 °F), poco hecha o saignant.
A medida que aumenta la temperatura, la carne comienza a oscurecerse y a dorarse, especialmente entre 55 °C y 60 °C (130 °F y 140 °F). Este es el intervalo de temperatura para cocinar carne medio hecha, al punto o à point. Los cambios de color de rojo a marrón se deben a un cambio en la oxidación del hierro que contienen las proteínas de los tejidos musculares. La carne también suelta jugo en esta etapa y cambia su textura.
Estas costillas se hicieron a una temperatura de 70 °C (160 °F) o superior, y están bien cocidas. Reproducida con la autorización del autor.
Cuando la temperatura alcanza los 70 °C (160 °F), la carne comienza a ablandarse porque la estructura molecular del colágeno, que hace a la carne estructuralmente fuerte, se disuelve, y se lentamente se convierte en gelatina. Sin embargo, este proceso toma mucho tiempo; así que, si los cortes de carne son duros por provenir de animales viejos o de áreas musculares que el animal usaba frecuentemente, es mejor cocinarlas por más tiempo. La cocción a presión, antes descrita, ayuda a reducir los tiempos de cocción. Cortar la carne en trozos más pequeños también ayuda a hacerla más tierna, porque así se disminuye físicamente el volumen de los trozos y hace posible calentarlo más rápidamente. Esto acelera el proceso de descomposición de las moléculas de colágeno y de conversión del colágeno en gelatina.
Las altas temperaturas en el horno hacen posible que ocurra la reacción de Maillard. Esto hace que el pan se dore. Reproducida con la autorización del autor.
Si la carne se cuece a temperaturas muy altas alrededor de los 140 °C y 150 °C (285 °F y 302 °F) también se dora; pero esto ocurre a causa de la reacción de Maillard, una reacción química entre aminoácidos y azúcares que cambia el sabor por el conocido sabor a “cocido” y que hace que la carne se dore. Las proteínas contienen muchos aminoácidos, lo que permite que ocurra esta reacción. La reacción de Maillard también ocurre en otros productos, como el pan, los granos de café, el jarabe de arce, etc.
El puerro se doró a causa del proceso de caramelización al cocinarse a temperaturas entre 110 °C y 160 °C (230 °F y 320 °F). Reproducida con la autorización del autor.
Otro proceso, la caramelización, también ocurre a mayores temperaturas entre 110 °C y 160 °C (230 °F y 320 °F), en dependencia del tipo de azúcar que contengan los alimentos. Durante este proceso, los azúcares se doran, y hacen que la carne se dore también. La caramelización ocurre en cualquier alimento que contenga azúcares.
Inocuidad Alimentaria
Los alimentos se procesan térmicamente para mejorar su sabor, pero las altas temperaturas también matan bacterias y otros microorganismos. Por eso, la mayoría de los alimentos que pueden albergar estos microorganismos se calientan o a veces se enfrían antes de su consumo. Por ejemplo, la salmonela, que puede vivir en los huevos, carnes, pescados, lácteos, e incluso en algunos vegetales, se muere al someterla a temperaturas entre 65 °C y 70 °C (150 °F y 160 °F). Los alimentos hechos a menor temperatura deben cocinarse por más tiempo, pero a 70 °C (160 °F) la salmonela muere instantáneamente. Solo con usar huevos con el cascarón limpio no se elimina el peligro potencial de la salmonela, porque esta puede estar presente incluso dentro de los huevos más limpios. Los huevos tienen que cocinarse para matar las bacterias.
La carne debe cocinarse a 70 °C (160 °F) cuanto menos para garantizar que sea seguro ingerirla y que no contenga salmonela. Reproducida con la autorización del autor.
La E. coli es otro microorganismo dañino que se encuentra en las carnes, lácteos, frutas y vegetales crudos. Para evitar una infección, los alimentos pueden cocinarse a 71 °C (160 °F) para matar las bacterias.
La salmonela y la E. coli pueden causar malestar de estómago, diarreas, vómitos, entre otros síntomas. A menudo estos desaparecen a la semana sin tratamiento adicional, pero a veces la infección puede ser lo bastante grave como para causar la hospitalización e incluso la muerte. Por lo tanto, es mejor cocinar los alimentos a temperaturas lo bastante altas como para matar estos microorganismos, especialmente al preparar alimentos para las personas más vulnerables: niños y bebés, ancianos y personas inmunodeprimidas. Existen numerosos métodos de cocción, por lo que no ha de ser complicado encontrar la forma de hacer que los alimentos queden deliciosos hasta para los comensales más quisquillosos.
La leche que se usa para hacer yogur generalmente se pasteriza. Las bacterias activas (vivas) se añaden luego de la pasterización. Reproducida con la autorización del autor.
La pasterización también evita las infecciones por E. coli y salmonela. Durante este proceso, la leche y otros productos como los jugos se calientan hasta cierta temperatura por un tiempo determinado. Por ejemplo, la leche se calienta hasta 63 °C (145 °F) por 30 minutos, 72 °C (161 °F) por 15 segundos, o hasta 138 °C (280 °F) por 2 segundos. La pasterización desnaturaliza las enzimas de las bacterias, y hace que el agua que hay en el interior de las células bacterianas se expanda y rompa su pared celular. Las bacterias tienen proteínas en su estructura, y las altas temperaturas cambian la estructura de estas proteínas y debilitan los elementos estructurales de las bacterias, como la envoltura que rodea su célula. Este proceso no mata todas las bacterias, pero reduce su cantidad lo suficiente como para evitar una infección. Gracias a la pasterización, la leche es hoy en día uno de los alimentos más seguros, cuando se pasteriza y se manipula correctamente.
Referencias
Este artículo fue escrito por Kateryna Yuri.
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